La ingente normativa que afecta a la actividad productiva en el momento actual grava de tal modo al empresario que para tratar de dar cumplimiento a toda ella acabaría abocado al infarto o al ictus y eso sin entrar en el objeto de su negocio, que es al fin y a la postre lo que mueve al emprendedor.
Desde la materia laboral, fiscal, administrativa y ahora penal con la reforma del código penal que introdujo la responsabilidad penal de las personas jurídicas, la situación se torna insostenible para el comerciante.
Intentar dominar todos estos ámbitos es imposible, cada cual tiene que dedicarse a su negocio, el restaurador a poner los mejores platos, el transportista a sus camiones, el constructor a hacer casas y los abogados a tratar que estos anteriores cumplan con toda la normativa referida anteriormente con el menor impacto posible sobre su negocio.
Para ello debemos ser proactivos, anticiparnos a la dificultad, conocer la normativa a la que estamos obligados como empresarios y concluir si somos capaces de implementarla, es decir si disponemos de los medios personales, económicos y materiales para ello, sin que esto produzca menoscabo en el objeto de nuestro negocio, que es al fin y al cabo el objetivo que tenemos como empresarios; es decir en un primer momento, tenemos que cumplir la ley para evitar problemas y seguir adelante con nuestro negocio concreto.